martes, 21 de septiembre de 2010

Corresponsales de Prensa Comunitaria


Paco y yo acabamos de estrenarnos como corresponsales de Prensa Comunitaria. Nos hace mucha ilusión esta nueva ruta. Copio la dirección del portal, para que vean nuestra primera colaboración (el artículo "Luis Baerga, educador por conciencia") y disfruten las propuestas de un periodismo diferente.

www.prensacomunitaria.com

martes, 7 de septiembre de 2010

Un cuento de Andrea Benavídez


MIÉRCOLES DE CENIZAS

Una mañana acaso comprendés de qué va la cosa. Te ponés los zapatos te atás los cordones y un vistazo prospectivo hace que desfilen delante de tus ojos tus últimos seis meses, en la pared que tenés enfrente. El muro en el que podías ver la película ya no está. Sólo un largo desierto se abre frente a tus ojos y la nada, o lo que otros llaman inmensidad se destaja para vos.

En el armario todavía su ropa cuelga y tendrías que haberla quemado cuando era el momento. Ahora ya no puede ser todo eso, ya no puede ser y todo eso sigue colgado para darte la razón a los gritos. Estás perdido, y eso que pudo haber ocurrido ya no ocurrirá. Nada vuelve a ser igual, pero los cordones ya están atados y el mar es un recuerdo que acariciás cuando las cosas se salen de cauce; el resto es días de sol y un árbol sin sentido en la esquina de la casa más vieja de tu calle.

Marcos es un hombre que se pone de pie delante de la cama, Marcos es mi nombre y ese pequeño detalle no hace mas que confirmar certezas que a veces parecen fundamentales, pero que luego dejan de serlo. Nada hace que mi-tu silueta, en la figura de la pared, guarde algún parecido conmigo-tigo. El sol es un espectador, que está ahí para confiarte un secreto sobre tu propia vida escarlata. Claro que nada de esto tendría sentido; excepto, si estas de vuelta del precipicio. Sentís que te ha dejado la única mujer que te ha querido, y el whisky ahora ocupa el sitio que antes ocupaba la sangre que has perdido.

El hombre que habita tu nombre te ha jugado una partida de carta y en esta noche, como en tantas otras, te ha ganado. Has perdido contra vos mismo y esa es una verdad que suena poco edificante.

Podría ser espantoso, pero no lo es porque, una vez, al menos una vez, has podido jugarte todo a ganar o perder. Una pena que pienses que has perdido, pero es sólo una cuestión de perspectiva.

Las pérdidas se amortiguan con los años, ya sabés eso; te lo recuerdo por si el olvido ha hecho su trabajito. Al cabo de cierto tiempo las calles tienden a parecerse entre sí, todas, y sabés que el mar seguirá sonando aunque no estés ahí para escucharlo. Tu sombra te confiesa que te quiere tanto como vos la querés a ella. Lo que hay fuera de tus ojos seguirá viviendo pese a tus delirios existenciales, y eso, a la larga, es una verdad que te deja en paz.

Saber que la carta está marcada, a pesar de todo, es una serenidad que involuntariamente vas a permitirte, porque a jugar nadie enseña. Pero se aprende, de un modo u otro se aprende que el golpe en la mesa de madera suena en el eco sin fondo que hay en ella.

Ya no será la perfección y eso te preocupa; tampoco será la muerte en el otro lado de la puerta. El fondo del vaso no tiene el reflejo de tus ojos, y eso te tranquiliza, porque lo que te jugaría una mala pasada, realmente, es enfrentar tu mirada de ojos descangayados.

No es fácil ser un corazón duro, lo difícil, lo realmente difícil, es acariciarle la entrepierna a la certeza cada mañana; saber que en el lugar donde otros tienen un corazón vos ya no sentís el latido.

Marcos, espero que cuando pasen los seis meses correspondientes estés en un mejorcito estado. Laura debería llevarse su ropa antes de que me entren ganas de comenzar a usarla.


Andrea Benavídez nació en San Juan-Argentina, donde hizo la carrera en Filosofía en la Universidad Nacional de San Juan (U.N.S.J). En 2008 obtuvo un Máster en Pensamiento Contemporáneo en la Universidad de Murcia. Durante el 2010 ha publicado en destiempos.com algunos cuentos. En 2008 publicó Narrativas sanjuaninas actuales en Confluencia, Revista Hispánica de Cultura y Literatura y en 1997 El Sótano, novela corta editada por la U.N.S.J.. Cursa un doctorado en Estudios Literarios en la Universidad de Alicante.

miércoles, 1 de septiembre de 2010


El fantasma se despide bajo la luna llena de Bessie Smith y en compañía del novelista Rey Andújar, de Isabel García López, y de José Enrique Rodríguez.



TODO AQUEL JAZZ


Por Rey Andújar


"¿Dónde está el conflicto? ¿Dónde la violencia, el mal en dosis puras,
el bien en estado latente?"
Marta Aponte Alsina


El lector agradece que los escritores de preferencia tomen riesgos y Marta Aponte Alsina no decepciona. Quien siga la trayectoria de esta escritora podrá confirmar que desde la publicación de Angélica furiosa, su primera novela, Aponte Alsina ha establecido una forma de contar que se pule cada vez. Su novela El cuarto rey mago fue finalista del Premio de novela Sor Juana Inés de la Cruz y Sexto sueño fue galardonada por el Pen Club de PR como la mejor novela del 2008. Su séptima y más reciente novela, El fantasma de las cosas, es como mismo declara el texto en sus primeras páginas, “una trampa de cuentos realengos que vagan.” Los dos epígrafes que inauguran la narración [Pizarnik, Lorca] plantean el estado lírico y por ende contradictorio del discurso. Las formulaciones básicas sobre la estructura narrativa proponen un orden conflictivo armado desde un hilo conductor [el jazz] que define la trama y ocasionalmente revela las huellas que asisten al lector.

Esta historia arranca en Puerto Vallarta, “Hay una plaza. Hay una barbería.” También hay un hombre, un niño, y una mujer desnuda; una suerte de bestiario que incluye insectos, reptiles y aves. El principio se adentra en la simbología que constituye el relato: lo arriesgado es escribir retazos de profundo sentido melódico. El ritmo del narrar es lo que ordena la novela. El Decálogo más uno del uruguayo Juan Carlos Onetti invita a “robar si es necesario.” Es por esto que Silvinia, la “narradora inédita”, la casi tocaya de la Ocampo, se aprovecha del derredor y más allá para contar; todo le sirve, “Los sueños, los trapos, los muebles rotos.” También se hace de lecturas y tramas ya conocidas que adquieren otras tonalidades y colores a partir de la reinterpretación.

Expuesto lo anterior, no es atrevido relacionar las maneras de decir de este texto a la exégesis que da fundamento al jazz. Algo destacable en la escritura de El fantasma es que aunque haga alusión a este género musical y sus exponentes, no es una novela sobre jazz porque hable de música o se cite por ejemplo, a Duke Ellington. El fantasma es jazz porque está escrita con el ritmo y la pulsión que caracteriza este estilo. Si bien Thelonious Monk es Round About Midnight, hay que destacar que la reinterpretación de este clásico sustentó la genialidad de Miles Davis, de Charles Mingus; y ejemplos idénticos sobran: ahí está My Favorite Things versión Coltrane como fe y testimonio. Por esto, las recurrencias que hace Aponte Alsina durante la narración, los lugares comunes que revisita y los replanteamientos del espacio toman brillo y sentido gracias a la manera de contar las mismas historias.

Esta es una novela de retratos hablados del recuerdo y melodías estiradas. Se aleja de contar como o desde lo puertorriqueño y se dedica a reconstruir lo desconocido: el Caribe boricua y mexicano desde la resequedad del indigenismo australiano, la Argentina delirante del lenguaje metafísico y la locura del bee-bop nuyorkino. Durante la lectura me vi acercado a los planteamientos cinematográficos de Godard, lo cual no es para nada coincidente si se toma en cuenta que el cineasta francés colaboró con Miles Davis.

Una novela corta y universal, en donde los países aparecen como elemento vivo porque se escribe desde ellos pero también a través de las lecturas de los personajes, que por ejemplo se acercan a la genialidad de la triada conformada por Borges, Ocampo y Bioy Casares, lo cual afirma que la intención alusiva a los espejos, las repeticiones y la cópula no son una casualidad en este texto. Si para la escuela argentina la literatura es un juego terrible, para Dugald, uno de los pintorescos personajes de El fantasma, el juguete es el “triste modelo de lo imposible.”

Otra de las características del jazz que se aplican en esta novela son las maneras de asediar el medio. Es oportuno regresar a Miles: en una entrevista, el compositor Gil Evans explica que uno de los rasgos de la elocuencia del trompetista radica en cómo éste modificó el sonido natural del instrumento. No es la primera vez que el género novela es trastornado, los buenos ejemplos abundan, he ahí Rayuela de Cortázar o un modesto e impactante intento por parte del mexicano Álvaro Enrigue con Vidas perpendiculares, pero lo que como lector celebro al recorrer las páginas de El fantasma de las cosas es la comprobación de que escribir es atreverse al juego de las exuberancias infinitas y posibles y de que aunque todo sobre la tierra, por encima del cielo y en el fondo de las islas está ya contado, el secreto del gusto está en el saber decir de nuevo y (re)crear con las mismas partituras los discretos azares del amor después.


Comentario sobre El fantasma de las cosas
Por Isabel García López

Estamos ante una novela que apela a nuestra imaginación y que insta al lector a emprender un viaje en el seno de un mundo de tramas paralelas en que múltiples imágenes resuenan en la conciencia. Se medita sobre la propia construcción de un texto, la búsqueda de una nota, de la perfección, la búsqueda también por parte de una escritora y de un director de cine de un final que siempre está a la vuelta de la esquina pero se escapa. Un juego intertextual aflora en el texto, que dialoga con las voces de escritores y músicos precedentes, red de referencias y coro de voces que ponen de relieve el hecho que la escritura siempre responde a otros textos, los absorbe y transforma. Como en un palimpsesto el lector desentierra los vestigios de esos textos otros que ausentes están inscritos ahí. El mismo título es un palimpsesto alusivo a El Fantasma de la opera.

Veremos desde el epígrafe el dialogo que entabla la novela con los versos lorquianos “la luna vino a la fragua con su polisón de nardos”. Dicha imagen se transmutará en una escenificación del nacimiento de la luna como un parto en una isla soñada: el final catártico de la película de uno de los protagonistas. En ocasiones la escritura recrea un mundo onírico poblado de imágenes que resuenan a lo largo de las tramas entretejidas. El polisón lorquiano de la luna deviene no sin humor un polisón de grasa en el fondo de una olla por fregar, y un polisón de arena y barro en que se enfanga la luna recién nacida. Belleza, poesía, humor y reflexión profunda conspiran en un texto deleitoso para la lectura de quien esté dispuesto a sacrificar unas cuantas horas de sueño.


Comentario de José Enrique Rodríguez

El fantasma de las cosas me parece un texto extraordinario en la medida en que plantea una importante e intensa reflexión acerca del proceso de escritura y la creación artística en general. Aquí, a través de los personajes de Silvinia y de Dugald (personajes atormentados por la “misteriosa resistencia del material” del lenguaje, que al final sucumben ante el designio sobrecogedor de su vocación poética) te planteas ––no sin cierta franqueza–– algunos de los issues fundamentales que enfrenta todo creador. Preguntas como por ejemplo: ¿cómo discernir si la expresión está lo suficiente madura como para sacarla a la luz?; o ¿cómo saber que ésta no ha sido demasiado trabajada y que por ende ha perdido su fuerza expresiva?; o bien, ¿cómo distinguir en qué momento colocar el punto final?

Me parece que aquí la narración comulga con la lógica caótica del azar. Ésta se deja arrastrar por el ritmo vertiginoso de la improvisación jazzística, incluso hasta el delirio. La expresión literaria se vuelve más instintiva y dúctil que en otras de tus novelas anteriores. Cada historia sirve de pretexto para innumerables historias que se entrecruzan hasta formar una especie de laberinto intertextual que da fe de que “La tierra es una red de líneas invisibles” y “Todos los narradores del planeta están atados a esas líneas”.

Primeros párrafos

Recuerdo cuando recibí el envío de mi sobrina. Leí su letra en una nota breve: quizás me interesaría conservar aquellas cartas. No pensé en ...